En muchas naciones industrializadas la escena es cada vez más frecuente:
Personas sentadas con su smartphone (teléfono inteligente) entre las
manos, chateando con otras a través de redes sociales y servicios de
mensajería instantánea, jugando con algún videojuego, o pasando el rato
con otras de las distracciones que ofrecen estas portentosas máquinas
multiuso.
La escena es una vertiente nueva del auge del ocio
sedentario, antaño protagonizado casi en exclusiva por el televisor, e
ilustra lo fácil que es hacer un uso excesivo de esta clase de ocio.
Ahora,
Jacob Barkley y Andrew Lepp, de la Universidad Estatal de Kent, en
Ohio, Estados Unidos, han comprobado en estudiantes universitarios la
existencia de una relación entre usar mucho el teléfono inteligente y
estar en mala forma física.
Barkley y Lepp estaban interesados en
la relación entre el uso de smartphones y la condición física, ya que, a
diferencia de la televisión, los teléfonos son pequeños y portátiles,
por lo que se les puede usar (por ejemplo escuchando música) mientras se
realiza una actividad física. Sin embargo, lo que los investigadores
han encontrado es que, a pesar de poder llevarlos encima, su alta
utilización contribuye a un estilo de vida sedentario en una cantidad
significativa de individuos.
Entre los sujetos de estudio
analizados, un uso alto del teléfono móvil se asocia con un estado
cardiorrespiratorio pobre. En el estudio, los estudiantes con peor forma
física eran los que pasaban mucho tiempo usando sus teléfonos móviles,
hasta 14 horas al día. Los estudiantes con mejor forma física eran los
que menos usaban el teléfono móvil, unos 90 minutos al día.
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