Los minerales son elementos químicos
simples cuya presencia e intervención es imprescindible para la
actividad de las células. Su contribución a la conservación de la salud
es esencial. Se conocen más de veinte minerales necesarios para
controlar el metabolismo o que conservan las funciones de los diversos
tejidos. Se pueden dividir los minerales en tres grupos: 1.- Los
macroelementos que son los que el organismo necesita en mayor cantidad y
se miden en gramos. 2.- Los microelementos que se necesitan en menor
cantidad y se miden en miligramos (milésimas de gramo). y 3.-, los
oligoelementos o elementos traza que se precisan en cantidades
pequeñísimas del orden de microgramos (millonésimas de gramo).
El concepto de “elementos traza” esta adquiriendo mas importancia en la
nutrición y esto es debido al mayor conocimiento que sobre estos
elementos se están obtenido tanto en lo referente a sus necesidades
como en su toxicidad.
Comenzaremos por la definición, se entiende por elementos traza
aquellos que contribuyen a menos del 0,01% del peso corporal y que
deben ser administrados por la dieta por ser esenciales para la salud.
En humanos se conocen hasta 23 elementos con actividad fisiológica
conocida: Nueve de ellos e consideran esenciales: cromo, molibdeno,
manganeso, hierro, cobre, cobalto, zinc, selenio e iodo, estos dos
últimos no son minerales. Cuatro son farmacológicamente eficientes:
litio, estroncio, vanadio y flúor .Dos se consideran esenciales en
modelos animales pero no esta demostrado en humanos: sílice y boro.
Dentro de todos ellos los que van a tener más importancia en el estado
de enfermedad y salud en humanos son el cobre, hierro, iodo, selenio y
zinc. Además, las necesidades de los mismos se pueden ver modificada por
el género y la edad.
Al igual que en el caso de las vitaminas, ningún alimento posee todos
los minerales en las cantidades necesarias y por ello la dieta deber ser
variada y equilibrada. También como en el caso de las vitaminas, los
excesos de algunos minerales producen alteraciones en el organismo; esto
ha de tenerse en cuenta a la hora de tomar suplementos vitamínicos y de
minerales. En ningún caso puede ser sintetizados por el organismo, es
decir, son nutrientes esenciales.
La mayoría de los minerales se encuentran distribuidos muy ampliamente
entre todo tipo de alimentos, de tal modo que cualquier dieta que no sea
aberrante incluye una cantidad suficiente de la mayoría de ellos. Los
únicos elementos de los que pueden producirse carencias son el calcio,
el hierro y el yodo, y esto solamente con dietas basadas en determinados
alimentos que no los contienen o que los contienen en una forma no
asimilable.
La ingesta adecuada de calcio no esta totalmente establecida. Mientras
que la US National Academy of Sciences define una ingesta adecuada la de
1200 mg/día para hombres y mujeres mayores de 50 años, las guías
europeas se inclinan por dosis recomendables de 800 mg/día para mujeres
entre 50 y 65 años. Para alcanzar un balance adecuado de calcio, se
sigue planteando que la dosis de 1000 mg/día (entre dieta y suplementos)
es suficiente y segura. La mejor fuente de este elemento son los
productos lácteos.
El hierro es importante en numerosos procesos biológicos y celulares que
incluyen: transporte de oxigeno, transferencia de electrones, regula la
producción de citoquinas y síntesis de DNA. Su alto potencial oxidativo
puede dar a la generación de especies reactivas de oxigeno a través de
la reacción de Fenton. Cualquier alteración en la homeoestasis celular
de hierro por deficiencia o por exceso tiene importantes consecuencias
en el sistema inmune. Las necesidades para personas mayores se sitúan
entre 7,5-91 mgr/dia.. En conjunto, aunque los alimentos vegetales
contienen bastante hierro (no demasiado; independientemente de las
leyendas, las lentejas y espinacas contienen cantidades semejantes a
otros alimentos parecidos ) su baja biodisponibilidad hace que no sean
buenas fuentes alimentarias de este mineral. Participa de una forma
definitiva en la síntesis de hormonas tiroideas, además regula el
metabolismo energético y la producion endógena de calor.
En el caso del yodo, la causa de las deficiencias, cuando aparecen, es
la heterogeneidad de la distribución de este elemento en la superficie
terrestre, que hace que los alimentos producidos en regiones en las que
éste es más escaso (algunas zonas alejadas de las costas, o valles
cerrados en terrenos antiguos) sean deficientes en él. Las necesidades
dietéticas se establecen entre 100-150µgr/dia. Su deficiencia se asocia,
lógicamente, a la presencia de bocio endémicos. Una ingesta superior a 2
mgr/dia produce hipertiroidismo y bocio.
El zinc es esencial para el crecimiento y desarrollo, reproducción,
olfato, visión, gusto, coordinación motora, cognición y conducta,
inmunidad, metabolismo y reparación de DNA y metabolismo de proteínas y
carbohidratos. Su deficiencia ocasiona lesiones cutáneas, diarrea,
perdida de peso y de apetito, alteraciones neuropsicologicas y sobre
todo a alteraciones del sistema inmune y mas en concreto con la
presencia de infecciones del tracto respiratorio. El anciano es un
segmento poblacional donde los déficits de Zinc son más intensos e
importantes. Las necesidades varían desde las establecidas por las
FAO/WHO en 2004 que varia de 3-14 mgr/dia. La UL sitúan en 10-50
mgr/dia.
El selenio entre sus papeles fisiológicos destacan su acción
antioxidante y posee también una actividad anticancerigena Las ingestas
dietéticas aconsejadas se establecen entre 50-200µgr/día. Niveles de
ingesta superiores a 700µgr/dia son potencialmente peligrosas. Su
déficit se ha relacionado con la presencia de cáncer de tipo convincente
como es el de próstata y de tipo probable como es el cáncer de pulmón y
el de colon.
En poblaciones con dietas muy anormales (alcohólicos, por ejemplo, que
reciben una gran proporción de las calorías de su dieta del alcohol)
pueden también aparecer deficiencias de zinc y de cobre. Estas
deficiencias están asociadas naturalmente a otras deficiencias aún más
importantes en proteínas, vitaminas y otros minerales.
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